Después de las comilonas de navidad: lo que aconsejan los profesionales

Porque lo intentemos o nó, siempre acabamos de comilona tras comilona.
Así que ahí van ciertos y buenos consejos sobre como superar la navidad de comilonas!!

Compensar o no compensar después de las comilonas de Navidad: esto es lo que te aconsejan los profesionales

Compensar o no compensar después de la comidas navideñas, esa es la cuestión. Al menos esa es una de las cuestiones que más se están debatiendo en las últimas semanas. Y es que, mientras algunos profesionales sugieren que intentemos compensar los días siguiente los excesos que hagamos en Navidad en lo que a comida se refiere, otros señalan que se trata de un mensaje negativo e, incluso, que puede ser peligroso.
Por ello, hemos hablado con dos profesionales de la nutrición, Virginia Gómez (@virginut) y Daniel Ursúa (@Nutri_Daniel) y con el psicólogo Carlos Moratilla de Movêre Psicología (@cmordiaz) para que nos indiquen si realmente es buena idea que los días siguientes a la Navidad intentemos compensar en las otras comidas.

Es mucho más importante nuestro estilo de vida que los excesos navideños

Tal y como nos indica Virginia Gómez, se trata de una recomendación basada del balance energético: «es decir, si el Navidad te metiste 5000 kcal al día siguiente consume sólo 500 para «compensar» y que el balance semanal se regule». Daniel coincide en que es una idea muy instaurada en el saber popular:
«Parece lógico pensar que si un día como mucho, puedo compensarlo comiendo menos al día siguiente, pero la realidad del metabolismo es mucho más compleja». Además, como nos indica Gómez, es una recomendación centrada en personas que desean perder o no ganar peso: «si no incidimos un poco más en el tema, no me parece acertado si se impone como obligatoriedad«.
La pregunta sin embargo es si, nos ponemos a hacerlo, resultará efectivo o beneficioso o no. La dietista-nutricionista Virginia Gómez nos indica que si lo que consideramos como beneficio es el no adelgazar, puede serlo pero tiene sus peros. Ursúa considera que no se puede valorar los beneficios de una recomendación de este tipo de manera aislada: «no podemos hablar de beneficios de una acción aislada. Hay que verla dentro de un conjunto y valorando el estilo de vida completo».
No solo eso, sino que dependerá de lo que cada uno de nosotros entienda por compensar: «si por compensar entendemos cuidar más la alimentación los días previos a una cena de navidad, o los días posteriores, incluyendo más fruta y verdura. Es beneficioso, pero no por tratarse de una compensación, simplemente porque incluir más fruta y verdura en nuestra dieta es saludable» indica Daniel.

«Deberíamos fomentar, más allá de centrarnos en los excesos navideños, es mantener una relación sana con la alimentación durante todo el año»

«En cambio, si por compensar entendemos no comer nada el día siguiente a la cena y, después, darnos otra comilona derivada de la ansiedad de no haber comido nada, pues no será beneficioso en absoluto». Esto es algo que señala también el psicólogo Carlos Moratilla:
«Tal vez lo que deberíamos fomentar, más allá de centrarnos en los excesos navideños, es mantener una relación sana con la alimentación durante todo el año. Cuando la relación con la comida es sana (y esto va más allá de comer saludablemente), nadie tiene por qué plantearse compensar ningún tipo de exceso porque compensar, en el sentido de restringir ingestas posteriores a ese exceso, puede ser un arma de doble filo».

Enviar el mensaje de que tenemos que compensar puede tener consecuencias negativas

«El problema de las «compensaciones», navideñas o no, es que puede llevar a viciarnos en conductas de control hacia la comida y comprobaciones del propio físico» nos indica Virginia. Y es que, aunque realmente nos pudiera ayudar a no engordar, el perjuicio podría ser superior.
Daniel se muestra de acuerdo: «las restricciones, ya sean momentáneas o mantenidas en el tiempo, nunca son adecuadas, ya que aumentan el riesgo de sufrir trastornos de la conducta alimentaria». Carlos Moratilla matiza: «habrá personas para las que no tenga efectos más allá de la desagradable sensación de pelear contra el hambre. Sin embargo, en personas predispuestas psicológicamente, las restricciones  pueden desembocar en problemáticas graves como la aparición de algún TCA  en forma de atracones, anorexia nerviosa o bulimia nerviosa».
Pero no solo se trata del riesgo aumentado de que aparezca un trastornos de la conducta alimentaria: «diría que la primera consecuencia que se puede  derivar de compensar, en el sentido de restringir, es la aparición de un  evento psicobiológico tan importante como el hambre. Si las personas  tratan de luchar contra ella, cuando esta aparece de forma natural  señalando al organismo que es momento de comer, están tratando de luchar  contra una fuerza muy poderosa que puede terminar mal» nos señala Moratilla.
Por eso Daniel indica lo importante que es que presentemos atención a nuestras señales de hambre y que no confundamos el compensar con el no comer porque no tenemos hambre: «si he tenido una comida copiosa y a la hora de la cena no tengo hambre, no pasa nada por no cenar y, si al día siguiente, al levantarme, sigo sin tener hambre, no pasa nada por no desayunar». La idea es que aprendamos a reconocer las señales de saciedad de nuestro cuerpo y si tenemos hambre, aunque ayer comiéramos mucho, no obligarnos a ayunar.

La vuelta a la normalidad como objetivo

Si no compensamos, entonces ¿qué es lo que tenemos que buscar a nivel de alimentación después de los excesos como los de Navidad? La realidad es que la idea no debería ser compensar, sino volver a unos hábitos de alimentación saludables. Es decir, recuperar la normalidad.
Para Daniel la clave está en dichos hábitos: «cuidar nuestra alimentación y practicar ejercicio físico. Debemos entender que las fechas señaladas, por muchas que sean, son una excepción a lo largo de todo el año, por lo tanto, es más importante centrarse en mantener unos buenos hábitos de vida durante todo el año que buscar estrategias para compensar o minimizar los excesos de Navidad».
Sin embargo, Virginia Gómez nos señala que a veces no es tan fácil: «porque el comer cumple un papel no sólo fisiológico (alimentar cuando hay hambre), también cumple un papel social (eventos) y aliviante (cuando estoy triste como chocolate para aliviarme)». Por ello, para aquellas personas que no tienen unos buenos hábitos de alimentación asentados puede ser complicado.

«Es más importante centrarse en mantener unos buenos hábitos de vida durante todo el año»

Así, Gómez señala: «para aquellas personas que vienen de hábitos alimentarios no tan buenos y se están esforzando en cambiarlos puede resultar más complicado ese volver a comer bien o volver a la «normalidad». Eso sumado a comentarios desafortunados como ‘te veo más gordito/a’, unido a la sensación de plenitud de tanto (mal) comer y la presión social mezclada con los buenos propósitos de Año Nuevo puede llevarnos a tomar decisiones precipitadas como decidir ayunar el día 26 pese a pasar hambre».
O, lo que es peor, en la aparición, o el aumento de riesgo, de un trastorno de la conducta alimentaria. Por ello, Moratilla señala la importancia y responsabilidad que los divulgadores y los mensajes que enviamos tienen.

La responsabilidad de individualizar nuestras recomendaciones

«Tenemos una responsabilidad muy grande en torno a qué y cómo transmitimos nuestros mensajes. Hay cuentas dedicadas a la divulgación a las que siguen miles de personas, muchas de ellas vulnerables y especialmente sensibilizadas a interaccionar con según qué tipo de mensajes» nos señala Moratilla.
Y es que, aunque se entiende que la divulgación ha adquirido un papel muy importante a la hora de hacer llegar ciertos conocimientos de manera rápida, sencilla y veraz al público, también resulta complicado divulgar de manera general y requiere mucha responsabilidad.
Para Carlos esto es especialmente importante cuando se trata de alimentación: «habiendo una importante parte de la población que tiende al sobrepeso, también existe una importante parte de población con algún TCA establecido o con muchos factores (biológicos,  psicológicos o sociales) predisponentes que lo pueden desatar. Y el mensaje que mandas a un grupo, sin matices, rígido, que no contempla la flexibilidad, que señala al peso o la imagen como las variables más  importantes a tener en cuenta, pueden ser muy destructivos para el segundo grupo».
Por ello es especialmente importante que los profesionales de la nutrición y la psicología trabajen juntos: «la Psicología y la Dietética-Nutrición están hechas para acompañarse» nos dice Moratilla. Y que intentemos enviar mensajes lo más individualizados posibles y siempre basados en la evidencia: «que fomenten una flexibilidad responsable con la alimentación y que escapen de los dogmas o de las posturas rígidas».
 
DESDE VITONICA

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